lunes, 20 de junio de 2011

El cielo mirándome


Bajaste la mirada, una vez más.
Te sentiste presa del mismo cazador, ausencia del mismo suspiro.
Bajaste la mirada para enseñarle al ciego cielo, como hacer una lluvia de estrellas con agua.
Guiaste la mirada, una vez más querido R, al hueco que la tierra guarda para ti.
Dejaste veinte mariposas y coloreaste el dolor con sonrisas de plástico.
Una vez más, me encuentro frente a ti, enseñándote el universo y como crearlo pero bajas la mirada y tu silencio va colapsando la creación.
De nuevo vemos partir una luna roja que se despide con un tono burlón, con olor a soledad, con mirada de dolor.
Bajaste la mirada y no encontraste una nueva personalidad.
Te espantas de verme dictando tu futuro, exprimiendo tus emociones y tu corazón.
Mientras, te canto y regalas al crepúsculo caricias de lastima y vergüenza.
Bajas la mirada para devolverle al remolino lo único que creías que valía la pena vivir.
Te acabas, te disuelves, querido R, deja de hacerlo y canta conmigo, canta las victorias del ego y con ellas viajaremos a la grandeza.
Levanta la mirada y enséñale al cielo fresco, como hacer brillar un día con tu presencia.
Mira a las nubes y danza con ellas, cuélgales tus oraciones en sus largos cuellos y aduéñate de algunas.
Enciende el cielo con tus ojos melancólicos y dona tus inquietudes a la libertad. 

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