domingo, 26 de junio de 2011

Cerrar... Abrir... Cerrar...


Tengo miedo de cerrar los candados y abrir las piernas para despertar en tu bahía húmeda de terror y maldad,
                                cerrar los cerrojos y abrir las manos para dejar escapar los suspiros y palomas al espuma.
                                cerrar las manivelas y abrir las estrellas para encontrar lo podrido de su interior y devorar cada una de ellas.
Tengo miedo de cerrar las venas y abrir el paso a las damas de la muerte para que unten sus pociones sobre mi piel y está brille, augure, sueñe, se ausente.
Tengo miedo de cerrar los poros y abrir  los canales de gritos y gemidos de mi aura anhelando viajar en barco y desaparecer entre la neblina.
Tengo miedo de cerrar los mares y abrir la caja de Pandora y darme cuenta de que esta vacía, hueca y seca como el reflejo de tu cuerpo.
Tengo miedo de cerrar las pasiones y abrir fuego que consuma el tiempo, que consuma el espacio, que consuma lo recorrido y el futuro, el fruto fresco y el desierto.
Tengo miedo de cerrar la entrada y abrir las alas a lo desconocido que acaricia mi destino, mi instinto y a si mismo.
Tengo miedo de cerrar la mirada y abrir los ojos de mi alma para dejar que la niña vomite su infierno, para dejar que el loco camine de cabeza sobre el cielo, para dejar que el tonto resuelva poemas con sonrisas, para dejar de ver el mundo y olvidar que tengo miedo de cerrar y abrir mis ojos. 

Ventana a la cordura

Convento de Actopan

Sabes que has visto por la ventana cuando la puerta se ha quedado dormida y la ruta de evacuación se evapora al igual que la pared de espuma y tu memoria.
Has visto por la ventana y las estrellas se colapsan en destellos lucidos de colores pastel y fluorescentes.
Por la ventana, se asoman los aromas que inundan tu cerebro colgante y tus cristales que recogen el calido líquido de luz…

Ventana: Abertura hecha por lo general de la parte media del alma a la parte superior de una pared, de una razón para dar luz y ventilación.
Ventana: Esperanza, esperanzado, esperar, esperó, esperaré, es… Pera.
Ventana de diversos materiales inolvidables e intangibles.
Materiales que se funden con el intemperie caótico salpicado en armonía.

Inhalas una vez más y sabes que has visto por la ventana cuando te queda una rosa marchita en tu mano derecha, dos ojos detenidos por cucarachas y una danza de miel que acaricia tu rostro.
Sabrás que nunca verás por esa ventana  cuando la sombra del sol capture tus estaciones y algunas de tus canciones favoritas, las puertas se agitarán y serán las alas de los ángeles deformes, abriéndose de par en par. Las abejas inundarán tu presencia y tu corazón.
Todos los sonidos gritarán para formar silencio tan lleno de ausencia, tan falto de ritmo.
Sabíamos que por esa ventana se observaría pasar la casa caminante de los dioses exiliados para verlos consumir cenizas de orquídea por la nariz.
Veríamos por esa ventana al anima triste ver por su ventana a los amantes prohibidos buscar sus anhelos pasajeros abordando un barco lleno de ventanas a la mar, a lo negro, a lo profundo, a lo hueco, a la sal, a este cuarto, a mi vacío, al tuyo, a esa imagen de estrellas colapsando destellos lucidos de colores pastel y fluorescentes en un atardecer lluvioso mientras el agua acaricia la ventana de este manicomio.


"Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía, 

que el corazón me vieses deseaba."

lunes, 20 de junio de 2011

Sobre un diván


Anoche mientras me encontraba acostado en el viejo diván donde los dioses escuchan mis cuestionamientos, alcance a escuchar a un ser llorar, era un gemido tan inaudible que me costo acertar de donde provenía. Me levanté y traje conmigo una rosa para que me iluminara el camino hacia el llanto, entre más cerca me encontraba podía ver como la luz de un pequeño sol se iba consumando entre tanto dolor y sufrimiento. Me dirigí con pasos sutiles entre las aguas densas que los rodeaban y le ofrecí la rosa, él me vio con ojos de desprecio y reconocí esa mirada mas los dos hicimos como si nunca nos hubieras visto antes. Le ofrecí mi otra mano para levantarlo y la aceptó, mi mano no pudo salvarse de una ligera quemadura que provocó con su fuerza y al levantarse vi un hueco en su expresión, tan llena de dolor, tan llena de confusión. Sabía que si me atrevía a abrazarlo, él terminaría abrasándome entre el poco fuego azul que todavía rodeaba su cuerpo aun así me arriesgue y con todo el amor que mi corazón pudo bombear lo abracé. Él suspiro y me susurró algo en el oído que no pude comprender. Entendí entonces que me había topado con mi fin y era tiempo de entregar mi felicidad y mi todo a aquel sol para que pudiera volver a brillar. Tome las cuatro esquinas del Universo y lo doble hasta dejarlo del tamaño de una postal, la cual coloque en el pecho de aquel bello sol. Espante todas las mariposas negras que le auguraban más sufrimiento con todos mis suspiros y mis últimos soplos. Invoqué al fuego friccionando cada célula de mi cuerpo hasta hacerlas encender y donar todo mi calor, mi pasión. Arranque desde la raíz el brillo de mi mirada que ansiaba poseerlo todo y a la vez nada, para que brillara e iluminara cada una de las galaxias próximas. Me adentré entre los recuerdos y cementerios de mi cabeza para crear una red de experiencia que le proporcionara sabiduría y sobriedad. Desplumé a cada uno de mis ángeles para hacerle un colchón de plumas por si se llega a caer pueda hacerlo sin dolor sentir, otra vez. Salpiqué los vacíos, las penas y amarguras con mi sangre para darles color y alegría a cada una de esas cosas sombrías. Derroté a todos los demonios y ausencias que la materia esconde para que limite en su camino, no tenga. Y así fui dándome hasta el punto de ser parte de su todo y a la vez nada. Y así fui evaporándome de su recuerdo y de su creación…

Anoche mientras me encontraba acostado en el viejo diván supe que cada mariposa que se posa en tu camino es una luz que ilumina el mío. 

Los bosques de un cuadro.


En una calle solitaria, se encontraba la niña sentada esperando a su alma, a su vida llegar. Pedía con pasión que cada gota caída valiera la pena y pagarán sus deudas con el destino. Pasaban soles, lunas y millares de estrellas y ella esperaba que aquella deuda quedara saldada. Se angustiaba al ver marchitarse primaveras en sus ojos y encender los bosques y recuerdos en cada invierno consumado. Añoraba crecer y bailar entre las amapolas y deseos mas conseguía escenas y retratos de funerales y féretros negros. Donaba sus suspiros a la muerte para que le escuchara un día y detenía el movimiento de sus frágiles pies cuando pensaba que ya se acercaba la dama de vestido negro... 
Es una calle solitaria donde encuadro mi memoria y mi presencia en este mundo donde espero encontrar mi alma, mi vida. 

El cielo mirándome


Bajaste la mirada, una vez más.
Te sentiste presa del mismo cazador, ausencia del mismo suspiro.
Bajaste la mirada para enseñarle al ciego cielo, como hacer una lluvia de estrellas con agua.
Guiaste la mirada, una vez más querido R, al hueco que la tierra guarda para ti.
Dejaste veinte mariposas y coloreaste el dolor con sonrisas de plástico.
Una vez más, me encuentro frente a ti, enseñándote el universo y como crearlo pero bajas la mirada y tu silencio va colapsando la creación.
De nuevo vemos partir una luna roja que se despide con un tono burlón, con olor a soledad, con mirada de dolor.
Bajaste la mirada y no encontraste una nueva personalidad.
Te espantas de verme dictando tu futuro, exprimiendo tus emociones y tu corazón.
Mientras, te canto y regalas al crepúsculo caricias de lastima y vergüenza.
Bajas la mirada para devolverle al remolino lo único que creías que valía la pena vivir.
Te acabas, te disuelves, querido R, deja de hacerlo y canta conmigo, canta las victorias del ego y con ellas viajaremos a la grandeza.
Levanta la mirada y enséñale al cielo fresco, como hacer brillar un día con tu presencia.
Mira a las nubes y danza con ellas, cuélgales tus oraciones en sus largos cuellos y aduéñate de algunas.
Enciende el cielo con tus ojos melancólicos y dona tus inquietudes a la libertad. 

Tabaco con sabor a suicidio

Y entonces tirado ahí, un cuerpo desnudo, unos ojos sobre las palmas de aquellas manos finas y delicadas, un espíritu tocando puertas y alarmando a las campanas para que relinchen sobre los pueblos ausentes de ira, de alegría y vida.
Y entonces tirado ahí ese cuerpo desnudo de alma, de caricias, va gritando a los visitantes que se detengan para que escuchen su historia. Ellos lo ignoran.
Las golondrinas se posan en los cables tensos con sus ojos tensos sobre el cuerpo, sobre la imagen necrótica y una foto velada.
Las animas recogen y acogen uno más para su grupo de manifestantes que ansían la paz y el sabor a vino en sus bocas enmendadas con naranjas y Bugambilias marchitas.
 El polvo danza ajeno al viento, son dos desconocidos y amantes al mismo tiempo.
Son extraños los rostros de aquellas calles que ven y no ven nada al cantar de las estrellas ausentes.
Son los ecos que estallan sobre la espuma de los golpes de agonía.
Y entonces ahí veo mi cuerpo desnudo de ira, de alegría y vida.
Y entonces tirado ahí mi cuerpo desnudo de alma, me elevo a la esperanza de una nueva oportunidad para sonreír después de acabar aquí, entre dioses que contemplan como estas venas van grabando en mármol la pregunta a la cual se nos ha condenado, pero de la cual nadie tiene respuestas. 

sábado, 11 de junio de 2011

Así comenzó a hablar...


El niño preguntó y así comenzó a hablar el canal del universo, el oráculo.

Carta 1 (Pasado)
Descripción:
La ira de Dios (boca abajo)
Una eternidad, destellante de sin sabores, de amalgamas de plástico, de lluvia de drogas alucinantes, plasmadas en el caos de la soberbia.

Augurio:
Corre deprisa que la tentación viene bajando de su balcón.
Corre como el viento a su castigo, como el viento de tus manos.
Escóndete y sumérgete en tu interior, esa…
Es tu mejor opción.

Carta 2 (Presente = Ausencia cabalgando un suspiro)
Descripción:
La mano con ojos (de pie)
Brisa acariciando un rostro que surge de una mano piadosa, una mano sin líneas que leer ni que escuchar. Dos ojos o tres de mirada cansada.

Augurio:
Danza, danza, danzan, danzarán los viejos, los niños asustados por el anima en pena, por sus mismas penas. Danza con ellos o a su lado, usa movimientos tempranos y callados, espera las señales cósmicas que te vienen acompañando. Danza con el universo y déjate fluir con él, que la mano viene a pedirte tiempo para reír y poder ver.

Carta 3 (Futuro = Ausencia con sabor a sal)
Descripción:
El hombre sobre la nube (boca arriba, boca abajo es igual)
Sobre la canción blanca que escribe el cielo, existe un hombre que camina sin pies, que flota y gira, que observa y migra, que arrebata y da.

Augurio:
Toca tu cuerpo, siéntelo y acarícialo como si fuera un manjar. Descúbrete en ti, hunde las pasiones mentales en cada poro, excítate, provócate, enciende chispa. Baja despacio hasta tus pies, recuerda que los tienes, no lo dudes y con tus labios rózalos, forma un circuito cerrado. Háblales de tus carencias, de tus limitaciones, de lo sufrido, lo consumido, lo ausente de tu riqueza para que al caminar entre las nubes no pierdas de nuevo la cabeza.

Carta 4 (Final de un proceso creativo, respuesta a la interrogante)
Descripción:
El corazón con alas de mosca (Al aire)
Sufre por su muerte temprana, pero vuela y alcanza distancias soñadas, da fruto a la redención, a la cordura y algunas veces a la verdadera misión. Acompañado de mieles y jugos tan dulces equilibra lo podrido de su interior.

Augurio:
Sonata de un andar sobre espinas y agujas. Aventura de una noche, estrellas buscando que cazar, prostitutas hablando con mendigos para comparar su mal. Es como el espuma de la mar que viene y va, todo claro, sobre el mismo andar, tú andar. Abstinencia de brebajes poderosos, naturaleza en el tono de la piel de mármol, camiseta sujeta al suelo con perfume de inestabilidad y cansancio. Un volar sin dirección y el marchitar de una orquídea.

El niño preguntó y el oráculo respondió.

El niño lloró y el oráculo con él.

El niño se guardo en silencio y el oráculo no volvió a hablar...  

viernes, 10 de junio de 2011

Entra la vida y la muerte...



“Observa bien, no puedes fallar una segunda vez, no puedes fallar una tercera o la vez que sea. Está vez, tienes que ser tan certera como yo, tienes que tirar al blanco para poder liberarnos de la batalla que puede durar más de mil años”. La Muerte agachó la cabeza centrando toda su atención en lo que La Vida le reclamaba, lo que La Vida, amiga de toda una eternidad le explicaba una y otra vez.
Mientras, la niña sentada observando aquella puesta del sol, donde el astro rey se guardaba para descansar y emprender un nuevo viaje al viejo mundo. El viento le acomodaba el cabello rizado acurrucándole para ayudarla a dormir pero ella se inquietaba por el mar de preguntas que su mente tenía. Su acompañante, un cansado papalote de papel colorido como sus iris, la miraba con angustia y al mismo tiempo con amor, ese amor que entregan las cactáceas al florear en un desierto. Había un silencio sobre protector en el ambiente pero el ruido en su cabeza lo rechazaba e inestabilizaba. La Muerte se acercaba sigilosa, cautelosa de no volver a fallar. La Vida sonreía, La Vida se sentía viva. La Muerte aun temerosa sin saber que hacer se fue acercando cada vez más a la infante de vestido azul cielo, preparaba su hoz, aquel hoz magnifico que los dioses le habían obsequiado. Al aproximarse lo que su territorio le permitía dejo caer su hoz al escuchar: “Ven siéntate, te estaba esperando”. La Muerte que siempre había sido tan obediente, accedió y se sentó junto a la infante sin verla. “Voltea a verme querida”. Cuando giró la vista negra, observo que ya no era una niña, era una señorita esbelta, fina y estética. Sus ojos entre verdes y amarillos le asustaron, le inmovilizaron. “¿Qué piensas de la vida?”. No pudo contestar y levantó la mirada topándose con un millar de estrellas en el cielo. “¿Es acaso la muerte, la salida fácil de todo?”. Creyó tener la respuesta y con esa seguridad soberbia volvió a verla, estremeciéndose al ver a un lado de ella a una anciana. Sus ojos ya eran grises, eran ausentes. “Vienes a matarme y yo vine a enseñarte”. Un fuerte viento paso por sorpresa entre la escena llevándose una nube de polvo, de cenizas, de lo que fue la niña. “Yo soy tú, querida. No puedes matar a la muerte, no puedes matar lo infinito, el todo. Anda, levántate y bendice a todos los seres que acabaran entre tus manos, llénalos de regalos, de milagros, de sonrisas, de felicidad. Dales ganas de vivir solo así te agradecerán el día que te sigan a pintar estrellas en la infinidad del Universo.” La Muerte aun emocionada, se quedo sentada mirando las estrellas y la danza del cansado papalote.  

Dunia...


Locuras, pensamientos y anhelos es hora de conjurar a los dioses, mis dioses creados con cenizas de cigarro, pétalos de rosas y papel manchado con tinta. Conjuremos al recuerdo de sus sueños, de cuando eran grandes, de cuando jugaban entre mi cabellos. Conjuremos entonces al dueño de mi infancia, de la última estancia, de la puerta de cristal. Es hora de explicarle a los dioses que hacer y para que revolverse ellos entre la penumbra de mi ser. Es el minuto exacto para decirle al dueño que nos devuelva la llave que abre las piernas del sol (porqué el Sol siempre fue mujer y no al revés) y dejar escapar la luz, la sombra y un poco de ginebra. Revolvamos todos y a todos en una copa echa de lagrimas de princesa tonta y cenemos todos y todo en los colmillos de dragón que trajeron los ausentes el invierno pasado. Fusionemos las pasiones, las perlas, las emociones añejas y un poco de felicidad de futuro y el producto denlo a los perros hambrientos para que sean ellos los que sonrían y no los que caminan en dos pies con más rabia e instinto animal. Descifren rápido ese enigma que las mariposas se nos acaban y ese pozo ya no tiene más que contar para las generaciones próximas, para las gotas de chocolate en la pared, para la cabeza de un niño escuchando a la madre tierra contarle un cuento. Ya no hay nada que contar para el papalote que vuela, volaba y ahora cuelga de un puente. Ya no hay nada que contar más que las locuras, pensamientos y anhelos encuadernados en cuero de marrano y humano. 

lunes, 6 de junio de 2011

Semilla de esperanza

Al atardecer observé el caer de una semilla de esperanza al futuro. Sabía, que con esa lluvia se abrirían los portales para que entraran las llamas del juicio y de un nuevo comenzar. El marco de la ventana, el humo de mi taza de café hirviendo y mi cigarrillo contando historias de muerte y vida, daban la escena perfecta para el cambio, el renacer. Se desvanecía el huracán en mi mente y los rayos de claridad penetraban el rincón más obscuro de memorias huecas que llenaban mi todo. Ya no había lagrimas como respuesta a todas las preguntas, solo floreaban lirios entre el negro y denso reclamar de siempre. Los campos de oportunidades daban sus nuevos frutos al verse libres de la peste, de la duda, de la incertidumbre. Por fin, sentía la mano del universo acariciar mi cabeza después de encender un millar de velas en honor a esta. Por fin, sentía que el viento se detenía a contemplarme para llevar mis suspiros a quien le corresponden y ofrecerme un olor a rosas en todo el ambiente. Entonces observé entre la cortina de lagrimas angelicales tu presencia, un caminar lento entre los charcos y la brisa. Observé un disfrutar de aquellos manjares naturales que los dioses nos ofrendan. Observé una danza sutil entre mi ventana y el humo. Observé que algo se detuvo para observar la escena que yo construía, la misma escena a la que pertenecía en ese momento. Y fue como tu mirada disparo colibríes a mis ojos, a esos retoños de Jacaranda. Se detuvo frente a mi, se acercó a la ventana mientras mi cuerpo se volvía de mármol, acercó su aura, acercó su boca y dejo escapar pasión sobre el cristal para formar con sus dedos largos un corazón que hasta la fecha permanece ahí, en la misma ventana que vio pasar ese atardecer donde cayó la semilla de esperanza al futuro que estamos viendo germinar tu y yo.  

domingo, 5 de junio de 2011

El Reflejo


Se siente el respirar de un día obscuro, se percibe aun la bruma que dejé pasar.

Es inalcanzable, pero el sueño se observa a menos de una milla que brilla bajo el sol. Los dioses ofrecen un espectáculo mientras las almas en pena sollozan y donan agua para un río de polvo y recuerdos. Las piedras se agitan al pasar de ese monstruo colosal y le suplican que les lleve a conocer un mundo de magia y vida. El polvo cansado se acuesta sobre ellas y las consuela coloreándoles de tonos grises, secos, vacíos, tan vacíos como…

Es imparable el azul que rodea las delicadas nubes que no cesan su caminata diaria para poder encontrarse unas con otras y danzar. Son aquellas bellas damas que encienden el manto que nos separa de los dioses. Son aquellas bellas y suaves damas las que añoran poder un día tocar el suelo, sentir un beso, una caricia que no se evapore en solo un sueño. Son aquellas bellas, suaves y blancas damas las que lloran por ser ajenas, prohibidas, soñadoras, infelices, tan infelices como…

Es insoportable la melancolía del viento por querer pertenecer y no saber coexistir. Pues es él, quien trata de llenar los espacios, la nada, las penas, el hambre por amar y ser amado. Tremendo delirio querer amar y no poder hacerlo sin embargo los dioses lo destinaron a unir el polen para que la flor brille en rocío de placer, para que los amantes suspiren, para que transporte los gemidos al amanecer. Tremendo delirio querer amar y no poder y no poder y no poder, como…

Se siente el respirar de un día obscuro, se percibe aun la bruma que pasa en la memoria, cala en lo huesos el polvo cansado consolando a las piedras en tonos grises y vacíos, nubla la vista la danza de las nubes que lloran por ser ajenas y tan infelices, estremece el delirio de querer amar y no poder como, lo hace ese reflejo en ese viejo espejo que se sabe inalcanzable, imparable pero sobre todo insoportable.  

jueves, 2 de junio de 2011

Danza al Universo

Para poder viajar, escucha... 

Siete ancianas, arcanas encargadas de la creación. Sentadas tejiendo lo material del universo, los universos. Telares de historias, telares de vida, de muerte, de amor, de odio, de emociones, de caldo de gallina vieja.

Universo 1
Tela sujeta a la carne humana aun fresca

Se colapsan los vientos, uno que ha viajado en los mares calidos de un planeta, de varios planetas, de algunos con la llama de consciencia, algunos apagados en letargo de la constelación de piscis. El otro viento viene de las montañas frías, donde los huesos se contraen hasta estallar, donde la nieve es la vida y engendra poderes de superstición. Llegan al mismo punto, se conocen, se concentran, temen por sus vidas pero se arriesgan, se siguen conociendo y se acercan con cautela. Comienza una danza de seducción, un torbellino nace haciendo que todo lo que los rodea parezca nada, parezca todo. Va creciendo como sinfonía, notas bajas a notas tan altas, inalcanzables para el oído de las especies. Tornado que colapsa la armonía de lo cercano, de lo lejano. Tornado que levanta las faldas de las siete ancianas, de las siete arcanas de la creación. Comienzan un nuevo telar, comienza la creación de un universo paralelo.

Universo Paralelo 1
Tela sujeta al deseo, la carne humana a comenzado su apoptosis.

Germinaron dos esporas de hiedra salvaje. Crecieron dentro de la inconciencia de la tierra, del pavimento, de la nada. Milagro de la vida o ironía de la muerte. Hazaña de la hiedra, reproducirse y expandirse hasta alcanzar a la madre orquídea. Toca sus raíces, las acaricia y ella goza para florear. De la tierra hasta su trono, sus flores tan coloridas. Los habitantes creen que son flores ambas al ver que no existe el limite de fricción atómica. Se entrelazan. La hiedra abraza, protege, endulza, reviste a la gran orquídea. La hiedra se torna de colores, de sabores y emociones. La orquídea llora, suda. Las siete ancianas abren los ojos, despiertan del letargo, dejan caer el telar. Comienzan…

Universo Paralelo 2
Tela sujeta a la pasión, la carne humana en proceso pasivo, accidental en consecuencia de la destrucción progresiva.

La orquídea ha floreado diez cuchillas, tan filosas como la espina dorsal de un pez espada. Se posan sobre la tierra prohibida, la hora marcada para el juicio final. Primero observan el campo, lo analizan, lo hacen suyo. La orquídea gobierna la tierra prohibida, tan suya, tan entera la vuelve, la torna de oro. Ya cubierto de líquido salado el terreno, vuelve a pasear sobre él, cabalgando un suspiro sabor a rosa. Grita, o eso se percibe. Y da comienzo al plan del destino. Deslizando el filo sobre el campo de piel, rasguña, corta, entra, penetra… acaricia. Primer victoria de la orquídea. Los vientos chocan, la hiedra crece y las ancianas se estremecen, se ponen de pie y dejan caer el telar. Se miran y deciden… comenzar.

Universo Paralelo 3
Tela sujeta a la depravación, la carne humana en proceso "silencioso" sin inflamación. 

Se despierta el ermitaño, crece, nace. ¿Espía enemigo o sabio consejero? Se le da la bienvenida. Se adentra en territorio de un nuevo reino, el de la orquídea. Necesita pensar, sanar sus heridas del pasado, saciar su ansiedad de viejo astrólogo. Se adentra en la obscuridad de las minas de diamante. Lo hace corriendo y se le exige se detenga. Se le da instrucción para hacerlo pero de una forma sutil, como si en sus manos tuviera una serpiente: “Si la sujetas con fuerza, te morderá. Si no la sujetas con fuerza, huirá. Modera la fuerza.” Lleva las instrucciones al pie del cañón, pero se arrepiente, como si supiera que pudiera ser el fin. Entra y sale para observar de nuevo la luz. Ritual que repite para ir robando una gota de luz y colocarla en la mina. Llena el espacio negro con luz y adentro se ve un cielo estrellado. La tierra tiembla, la orquídea se inquieta, sus raíces han sentido algo extraño, algo de oro y no de diamante. El ermitaño sabio consejero de un lejano reino resulta ser un espía enemigo. Deja fluir de su cantera líquido de vida. La orquídea suelta un gemido por la traición y al mismo tiempo se pregunta si es de placer. ¿Quién es ahora la orquídea? ¿Qué será de su reino? ¿Qué hacer con el líquido? El ermitaño sale al percatarse que la mina se viene abajo, se contrae, se relaja y cae. La reina exiliada sabe que tiene una gran responsabilidad con el líquido ya que la señora de la muerte percibe quien lo guarda y lo congela en su interior. Las ancianas comienzan a girar, la hiedra se va apagando, los vientos se muerden y de uno salen símbolos de amor. Se detiene el tiempo y el silencio gime, fuma y se relaja.

Universo no Paralelo 2
Tela sujeta al orgasmo, la carne humana en proceso de muerte como mecanismo complementario a su autodestrucción.

Las siete ancianas molestas tiran de su último telar, caminan en direcciones opuestas estirándolo, jalándolo hasta rasgarlo.  
Los vientos se alejan. Vuelven a volar tan lejanos y ajenos de lo que paso.
La orquídea, la orquídea, la orquídea sabe que tiene que esperar para volver a florear y conquistar.
La hiedra envía esporas para renacer en otra tierra, en otro pavimento, en otra nada.
El ermitaño duerme para ser antagónico en otra mina sin saber si sea de oro, de plata, cobre o de ningún mineral.
Las ancianas caminaran hasta volver a encontrarse y tejer nuevos universos paralelos.
Tela sujeta al placer post coito, la carne humana en proceso de mitosis. 

miércoles, 1 de junio de 2011

Dos Lunas, un misterio y una oración al viento...


El momento es, justo como aquel, que había pensado para salir huyendo de tu sinfonía castrante de tenerme para siempre.
Si, estaba en lo correcto. Dos lunas, un misterio y una oración al viento conjurarían mi partida al cielo verde.
Señal sagrada que esperaba mi tortura, mi anhelo por tenerte desnudo de pensamiento, de prejuicio y sabor a miel.
Lloro despacio para no invocar los fantasmas de tu inocencia y evitar que quieran venir a consolarme, al tiempo de la sangre fluyendo por las heridas que tus amantes me hacen con cada beso que germinan en tu boca, mi boca.
Invoco al fuego para que este destruya, consuma, embriague, desnude tu recuerdo en mi, dejando la puerta abierta a exiliar a cada célula de mi cuerpo que tocaste, que sedujiste y al final abandonaste.
Espero que las manecillas del reloj torturen al tiempo, al cielo, a las aves, a mis ojos.
Espero que el sol se hunda en el mar cantando con mi ultima mirada al horizonte. Abandono mis caminos de oro, de pasiones donadas a los demonios blancos, a los jinetes de sensaciones, a los otros que pudieron salvarme, a los que no pudieron salvarte.
Si, es el momento de abrir los poros para partir en aquel barco de papel donde escribí aquella carta que decía: “Te dejo mis ojos, te dejo mi boca, te dejo mi esperanza, te dejo todo mi ser, pero te lo dejo todo en tu espalda para que no llegues lejos, para que no te vayas.” 
Si, es el momento naufrago de mi destino, donde no camino sino floto, donde no existe el tono, donde la vida termina danzando entre las ramas de un árbol muerto.
Si, es el momento, justo como lo recuerdo. Bailaste en mis pupilas por primera vez y sabía que tarde o temprano iba a necesitar dos lunas, un misterio y una oración al viento.