viernes, 10 de junio de 2011

Dunia...


Locuras, pensamientos y anhelos es hora de conjurar a los dioses, mis dioses creados con cenizas de cigarro, pétalos de rosas y papel manchado con tinta. Conjuremos al recuerdo de sus sueños, de cuando eran grandes, de cuando jugaban entre mi cabellos. Conjuremos entonces al dueño de mi infancia, de la última estancia, de la puerta de cristal. Es hora de explicarle a los dioses que hacer y para que revolverse ellos entre la penumbra de mi ser. Es el minuto exacto para decirle al dueño que nos devuelva la llave que abre las piernas del sol (porqué el Sol siempre fue mujer y no al revés) y dejar escapar la luz, la sombra y un poco de ginebra. Revolvamos todos y a todos en una copa echa de lagrimas de princesa tonta y cenemos todos y todo en los colmillos de dragón que trajeron los ausentes el invierno pasado. Fusionemos las pasiones, las perlas, las emociones añejas y un poco de felicidad de futuro y el producto denlo a los perros hambrientos para que sean ellos los que sonrían y no los que caminan en dos pies con más rabia e instinto animal. Descifren rápido ese enigma que las mariposas se nos acaban y ese pozo ya no tiene más que contar para las generaciones próximas, para las gotas de chocolate en la pared, para la cabeza de un niño escuchando a la madre tierra contarle un cuento. Ya no hay nada que contar para el papalote que vuela, volaba y ahora cuelga de un puente. Ya no hay nada que contar más que las locuras, pensamientos y anhelos encuadernados en cuero de marrano y humano. 

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