sábado, 30 de abril de 2011

Añoranzas sabor a Vino


                                                                                                           Para el Principito 

Son palabras, simplemente palabras las que te ofrezco desde mi corazón. Sabía que tarde o temprano comenzarían a llegar cosas como está a tu vida. Sabía que los dioses o el mismo Dios en el que tu crees, no tardaría en abrir los ojos y darse cuenta de que había creado algo mágicamente casi perfecto, porque hasta el defecto es bello también; y le haría llegar tarde o temprano un camino luminoso, tal vez con algunos obstáculos donde ese ser demostraría su capacidad para caminar sobre espinas, para encender el fuego de la esperanza y la fortaleza con cada uno de sus movimientos y decisiones. No se aun si agradecerle a ese Dios, al cual me reniego a entender, el hecho de haber creado algo así y ponerlo en mi camino para burlarse o simplemente engrandecer su ego. Lo peor es que lo puso justamente a un lado de mi corazón, dentro de mi corazón. Te repito, siento que es alguna venganza por alguna batalla perdida pero aun así, aquí estas más vibrante que nunca y hoy que me entero de que ya tus alas han madurado y que quieres volar y alcanzar las estrellas para poder acomodarlas a tu antojo siento mis ojos inundarse, mi corazón quebrarse y mi alma evaporarse. Tratare de esté tiempo arreglar mi destino para poder compartir el tuyo, pondré todo mi esfuerzo y a mis huestes demoníacas a devorar sueños, a cavar tumbas para cada ser que se interponga en mi camino para alcanzarte. Porque tu sientes esas libertad que comienza a alimentarme, pero yo al mismo tiempo siento esa necesidad de llenar mi vacío, de abrazarte para decirte lo importante que eres para mi, lo orgulloso que estoy de ti y saber que el miedo que tengo por dejarte partir es simplemente una idiotez de mi cabeza, de mi necesidad de ser querido, porque te vas, querido, pero te llevas un costal lleno de algunos pesares del pasado que no han podido ser resanados y les sumas al mismo tiempo una pluma del ave de la responsabilidad que pesa toneladas de madurez y esfuerzo. Temo y al mismo tiempo se que estarás bien, pero ahora temo más por mi, por ser olvidado y completar un: “Ándale, ándale” en un eco de memoria. Es estúpido, lo sé pero aun así comparto mi sentir, mi alegría y mi temor.
Vuela lo más alto que puedas, tal como lo estas haciendo, tal como aquel que te dio la vida quiso que lo hicieras. Hoy y mañana y el resto de nuestros días no olvides ver las estrellas por más que las nubes las cubran porque ese ser que en materia no está, enciende cada una de ellas con el amor que te envía desde los palacios celestiales para que sepas que está contigo y recuerdes que también tú como ellas, brillan más que el mismo sol.
Sabes que mi cariño siempre estará acompañándote como una rémora, buscando y procurándote para poder sobrevivir. Sabes que mi amor estará infinitamente a tu lado ofreciéndote un remedio al dolor que la vida suele darle a las almas nobles como la tuya. Sabes también que tus alegrías soplan mis melancolías y temores. Sabes que a donde quiera que vayas, iré tras de ti. Sabes también que no tienes nada que temer, de eso me encargo yo, de barrer, de correr, de limpiar todos los miedos con tal de ver tu felicidad.
Se perdieron los reclamos y rencores en el pasado. Pero ahora se añaden sentimientos que mi corazón no había experimentado.  Como un desierto se queda mi pensamiento abandonado. Amigo, hermano, ángel en esté planeta mediocre te veo alejarte de mi y siento como mis lagrimas quieren partir. No debería de entregarte esto, no es mi intención hacerte sentir. Pero es importante que lo sepas que parte de mi felicidad está en ti.