miércoles, 27 de julio de 2011

Para arriesgar de nuevo

Frente a mi imagen, tan propia y ajena, observo desde un horizonte caer un corazón de mi rostro, cachos pequeños que se van aferrando a mi dermis tan fina y misteriosa. Caen poco a poco mezclándose con las gotas que salen de mis ojos, más rojas que la sangre de una virgen ofrecida a un dios enfermo. Es la hora de arrojar el pasado en trozos de piel, de carne fresca y lastimada. Salen vísceras de mis poros, se escurren, van lamiendo lo que resta de mi cara. El sol humedece la existencia y regala cura. Son caricias que me estoy donando, pues la misma piel que me roza es la misma que antes se presumía por un mundo banal. Sale un hígado de mis fosas nasales y no solo es un hígado, hay un páncreas, un pulmón y medio (el otro se evaporó en tristeza). Se vomita desde un punto nuevo, ya no es la boca tan acostumbrada a hacerlo, se le ha arrebatado su mayor virtud. Todo cae. Todo resbala aunque algunas cosas se afianzan pero sin saber desgarran y van acabando con el resto de piel pegada. El olor es inimaginable, parecido al olor a flor recién cortada y pisada por un cazador, pero no lo iguala porque se va pudriendo y alimentando al aire que lo acepta y rechaza. Es la lucha de la renovación, del cambio por un brillo sobre los huesos y músculos. Es la renovación de las estaciones y ciclos vitales. Huele, siente pero al mismo tiempo duerme para despertarse en una nueva piel. Para arriesgar de nuevo una serie de escamas luminosas y ásperas. Es la hora del cambio, es la hora de desgarrar el pasado y la piel, es la misma hora donde ayer se sufría de confusión, de un corazón que no sabía latir sin una canción solar. Siento las vibraciones de la tierra cuando acoge cada cacho de mi experiencia desmoronándose en suspiros de un futuro tan incierto como la nueva piel. Es la hora paralela a la caricia de la soledad, aquella caricia que arde, quema, regala oclusión el sentido de vivir y lo opaca con obsequiarle al ego un juego de suspenso…
Frente a mi imagen, tan propia y nada ajena, observo desde mi horizonte levantarse un mundo, un destino renaciendo de las raíces de un viejo árbol llamado experiencia, para comenzar a luchar por unas alas nuevas que se eleven y cubran al sol de rubíes. 

sábado, 16 de julio de 2011

Regresarás a ese lugar...


Dispararás una pizca de niebla ante tus ojos para no ver caer la ultima gota del luz que rozará el rostro del sol negro.

Despertarás de un sueño de cristal sobre el viejo valle donde florecerá un cementerio tan bello como la piel del ser rasgado que tanto amarás.

Volarás sobre las copas de los árboles podridos de aura que danzarán en la sigilosa ciénega de tu rencor donde los cuerpos de aquellos niños alimentarán al ego viajero que dará abono al tiempo y a la hierba que crecerá de tus oídos.

Volverás a nacer en el cráter de la luna sorbiendo letras con sabor a vainilla y orquídea de papel, llorando ámbar negro que se volverá estalactitas de pudor y moral.

Devorarás con fuego lo que te rodeará con la misma fuerza que tiene el aleteo de una mosca así ni la venganza podrá curar mutando la soledad por una amargura precoz donde las doncellas parlantes gemirán de desesperación en un suspiro y un anhelo castrante en la memoria de los dioses. 

Partirás de la tierra vacía de todo, urgida de vibraciones como las de aquel corazón que dejo de latir cuando  convirtió sus arterias en una tela fina para confeccionar seis alas que lo llevarían a un nuevo paraíso tan prohibido para aquellos que mueren durmiendo, para aquellos que mueren al final de una pieza musical.

Verás abrirse la retina de una serpiente que te dará la bienvenida a una isla donde te esperará con las alas abiertas tu tutora de ausencia y poesía. Estará ahí con las dagas afiladas para consumirte en un abrazo, para liberarte de tu mal anciano con el que naciste de la mano. 

Dispararás una pizca de niebla que te despertará de un sueño y así volarás sobre las copas de los árboles y volverás a nacer en el cráter de la luna donde devorarás con fuego donde partirás de la tierra vacía de todo y verás abrirse la retina de una serpiente que estará ahí con las dagas afiladas para consumirte en tu realidad. 

miércoles, 13 de julio de 2011

Preguntas al azar

¿Y por qué no tener alas de cristal tan pesadas como mis penas y livianas como mis sueños?
¿Y por qué no alzar el vuelo y arrancarme una pluma para cortarme las venas, después volar sobre la ciudad donde construí un río de lagrimas y dejar caer las gotas de mi sangre como lluvia que limpie y purifique mi saciedad por evaporarme en un recuerdo precoz de infante?
¿Y por qué no danzar entre las nubes viajeras mientras mi vida se agota, se esfuma y se vuelve de todos los colores?
¿Y por qué no invocar a la muerte, a la ausencia y pactar con ellas entre los trenes de un mundo nuevo donde las orquídeas gobiernen y esperen ser regadas con el rocío de una piel nueva y fresca?
¿Y por qué no evocar, vomitar, desangrar los reclamos en frascos que serán las nuevas piedras de locura para el camposanto de mi historia?
¿Y por qué no detenerme en el signo de interrogación de tu mirada perdida entre mis cejas donde hace erupción el volcán de mi desesperación por verte gritar golondrinas que nunca se posarán sobre mis brazos desnudos de tu pasión?
¿Y por qué no…? ¿Y por qué no…? Ahogarme…
                      Vivirme…                   Exponerme…
                               Sentirme…                Abrirme…
¿Y por qué no arrancarme las manos que escribieron sobre los tallos de la hierba marchita, la historia de una sombra enamorada del sol que eyaculó luz sobre la tierra para que se borrara de la memoria de los dioses?