sábado, 16 de julio de 2011

Regresarás a ese lugar...


Dispararás una pizca de niebla ante tus ojos para no ver caer la ultima gota del luz que rozará el rostro del sol negro.

Despertarás de un sueño de cristal sobre el viejo valle donde florecerá un cementerio tan bello como la piel del ser rasgado que tanto amarás.

Volarás sobre las copas de los árboles podridos de aura que danzarán en la sigilosa ciénega de tu rencor donde los cuerpos de aquellos niños alimentarán al ego viajero que dará abono al tiempo y a la hierba que crecerá de tus oídos.

Volverás a nacer en el cráter de la luna sorbiendo letras con sabor a vainilla y orquídea de papel, llorando ámbar negro que se volverá estalactitas de pudor y moral.

Devorarás con fuego lo que te rodeará con la misma fuerza que tiene el aleteo de una mosca así ni la venganza podrá curar mutando la soledad por una amargura precoz donde las doncellas parlantes gemirán de desesperación en un suspiro y un anhelo castrante en la memoria de los dioses. 

Partirás de la tierra vacía de todo, urgida de vibraciones como las de aquel corazón que dejo de latir cuando  convirtió sus arterias en una tela fina para confeccionar seis alas que lo llevarían a un nuevo paraíso tan prohibido para aquellos que mueren durmiendo, para aquellos que mueren al final de una pieza musical.

Verás abrirse la retina de una serpiente que te dará la bienvenida a una isla donde te esperará con las alas abiertas tu tutora de ausencia y poesía. Estará ahí con las dagas afiladas para consumirte en un abrazo, para liberarte de tu mal anciano con el que naciste de la mano. 

Dispararás una pizca de niebla que te despertará de un sueño y así volarás sobre las copas de los árboles y volverás a nacer en el cráter de la luna donde devorarás con fuego donde partirás de la tierra vacía de todo y verás abrirse la retina de una serpiente que estará ahí con las dagas afiladas para consumirte en tu realidad. 

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