sábado, 18 de agosto de 2012

Dicen...


Dicen que mis ojos se hundieron en los tuyos,
que convertí mi luz en el fuego que te abraza,
que cavé mi tumba con lágrimas, con tu olor,
que invoqué al olvido el día que te besé.

Dicen que fueron testigos de mi vida,
la misma que te di envuelta en pétalos marchitos,
la misma que no pertenecía a este mundo,
la misma que engendró mi muerte, mi vida tu vida.

Dicen que mis huesos crujieron entre tus manos,
que mis órganos gritaron pájaros de auxilio,
que las diosas sintieron orgasmos al verme morir,
morir por verte vivir, por verte fornicar con mi dolor.

Dicen que escucharon mis lamentos, mis latidos,
los últimos latidos que tocaron aquella canción,
la que compuse con las caricias ausentes.

Dicen que así estaba escrito, que así debía ser,
que tu partida se asfixiaba en tu destino,
que tus manos nunca fueron mías, ni de ellas,
que tu adiós lo escupías desde tu llegar.

Dicen que yo maté al amor en ti,
que te enseñé a reír, a volar, a lastimar;
que te entregué mi lengua envenenada,
que te obligue con orquídeas a olvidar.

Dicen que yo, dicen que tú,
Dicen que la culpa es mía, es tuya, es de dos.
Dicen y dicen y no paran de decir
Todos los reflejos que te vieron un día llegar
y sobre el vuelo de una mariposa partir. 

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