domingo, 8 de mayo de 2011

Noche en llama

Es la llama que se enciende sobre el hielo.
La mampara que soporta los reclamos.
El hastío de tus labios secos sobre mis montes.
Es el ocaso de tus caricias en mi bahía.
La dulce tentación de un palomar escondido.
Es tratar las canciones como princesas.
Estallar los oídos con percusiones.
Percusiones de tu corazón seco,
excitado por la reina de la noche, del deseo.
Deseo hundido en salvaje oración
de destrucción, de no poder protegerme.
Es la llama que nunca se encendió
sobre tu hielo asqueado en promiscuidad.
Es esa llama que florea en mi garganta,
entre mis muslos, entre mi cueva lastimada.
Fue la misma llama entregada por las diosas,
Devorada por los ángeles, por tu egoísmo.
La misma que enterró viva a la niña,
la misma que reencarno en la escarcha.
Donde las estaciones van y se vienen,
también en mi boca alada.
Sobredosis de ternura que no soportaron.
Es la llama que el hielo no supo encender. 

1 comentario:

  1. Adoré como inicias el poema y como lo cierras, pero lo que más amé fue la avalancha de imágenes eróticas y románticas.

    ResponderEliminar