miércoles, 9 de febrero de 2011

Pista de Pizarnik


Ya me había hartado el sonido de la cafetera, murmullos y aquellas cucharas agitándose y lastimando las tazas como tú a mi suerte. Lo único que me tranquilizaba era la bella melodía de la lluvia que mezclándose con la melancolía que Pizarnik había sembrado en aquel diario. Me daban aliento para no salir corriendo. Detuve a Alejandra después de leer: “Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene”, no pude más que agradecerle, me había dado cuenta de algo, todos somos flores descorazonadas. Miré por la ventana, baje la mirada poco a poco, entré forzando para no regresar a la lectura y como una flor con corazón, en una mesa solitaria, estabas tú, sobre blanco esperando por alguien. Percaté que no había dueño trate de recordar quien estaba ahí pero Alejandra se había robado mi atención completa, me puse de pie y con una discreción que no me caracteriza, te tomé, tuve miedo de abrirte, de desnudarte pero me arriesgue a saber tú aroma blanca flor y entonces pude verte, descifrarte. Después te dejé caer. Maldito sea mi atrevimiento, no te conozco, ni nunca lo haré y ya encontraste un corazón en mi. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario